De Corea del Sur nos llegaron una barbaridad de modas cosméticas. Que si las rutinas de diez pasos (qué poco respeto a la pereza cosmética), la baba de caracol, el veneno de abeja... Ninguna la hemos abrazado, o no durante más que el tiempo que duró la moda, salvo la de la doble limpieza. Y antes de que preguntes, sí, la necesitas. Te diremos que siempre, pero como no creemos en los dogmas cosméticos, mejor te diremos que casi siempre. Aunque nosotras la aplicamos religiosamente cada noche y muchas mañanas.
¿Qué es la doble limpieza?
No hay misterio: es limpiar dos veces la cara. En dos pasos con dos productos distintos:
La primera vez, con un producto oleoso (bálsamo, aceite) que va a retirar los productos grasos como el protector solar, el maquillaje, los contornos de ojos oleosos...
La segunda vez, con un producto de base acuosa (gel, espuma, gelatina, agua micelar) que va a retirar suciedad, polución, impurezas y a dejar los poros mucho más limpios.
¿Necesitas la doble limpieza?
Sí. Porque si te maquillas, la necesitas; si no pero usas SPF (que esperamos que sí y siempre), la necesitas; y si tampoco, sí, porque la piel produce sebo y sudor que elimina esa doble limpieza. La recomendamos encarecidamente por la noche. Y porque todo lo que sea limpiar el rostro es un "SÍ" en mayúsculas.
4 claves para realizar la doble limpieza en condiciones
- Las pieles mixtas y grasas aceptan muy bien los aceites de limpieza porque equilibran el sebo sin dejar la piel tirante.
- Un limpiador que te deja la piel tirante no es tu limpiador. La piel va a reaccionar con sebo o irritabilidad. No confundas una piel tirante con una piel limpia.
- Recomendamos retirar el limpiador oleoso (bálsamo o aceite) con una muselina para limpiar mucho mejor la suciedad.
- Si te da pereza, utiliza un limpiador que realice una doble limpieza por sí mismo. Jelly Cleanser de Quinque comienza siendo un bálsamo que con el masaje se transforma en aceite y al contacto con el agua se transforma en una leche.