Cuando Alexis Granite, una dermatóloga neoyorquina de raíces persas, era pequeña, disfrutaba abriendo los frascos y tarros de lociones y pociones su abuela, oliendo los perfumes que emanaban. Cuando se hizo mayor se convirtió en dermatóloga, en una muy respetada. ¿Algunas de sus credenciales? Es parte de la British Association of Dermatologists (BAD), the British Cosmetic Dermatology Group (BCDG) y la American Academy of Dermatology (AAD). Además, en 2012, tras mudarse con su familia a Reino Unido se convirtió en la primera dermatóloga certificada entre ese país y Estados Unidos.
Ella, tras 20 años en contacto directo con la piel de los pacientes, tenía claro algo: la piel no termina en la barbilla, así que por qué dejamos de cuidarla de manera seria, con cosmética clínica. El asunto es que a Alexis la cosmética clínica le parecía... demasiado clínica. Ella quería sentir lo mismo que experimentaba cuando abría las lociones de su abuela. Y creó Joonbyrd.
Esta marca tiene una doble y loable función. La primera es cuidar la piel del cuerpo y sus problemas (sequedad, pigmentación, irritación...) de manera rigurosa, como ella lo hace con los pacientes. Todos sus productos cuentan con la tecnología patentada; está diseñada para fortalecer la piel del cuerpo a nivel celular, reforzar la conexión entre la piel y la mente, y conseguir resultados visibles y duraderos. Y la segunda es función hacerlo con alegría, con emociones, con color. Por eso, sus productos no parecen clínicos. Están pensados para hacernos sentir bien. Y lo consiguen.






