Si viajamos a Menton, un lugar francés que está rozando Italia, veremos muchos limones. Este es un pueblo cítrico: huele a limón y sabe a limón. No son unos limones cualquiera; los cultivados allí desde el siglo XV son limones extraños, jugosos y perfumados, semiácidos, sin amargor.
Esta pequeña lección de Historia nos ayuda a entender el valor de Prestige de Menton. Fue en 1947, cuando el perfumista parisino Louis Berneux, que acababa de instalarse en Roquebrune Cap Martin, junto a Menton, quiso mezclar las mejores esencias del limón. A él hay que agradecerle la mítica Eau de Menton, una fragancia querida en Francia, un aroma compañero. Es una de esos aromas que, siendo singulares, gustan a todo el mundo. Nos interesa su voluntad de no ser un producto de moda. Por eso mismo, estará siempre de moda. Lleva, desde 1947, estándolo.
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