Esta marca nació en 2004, pero un o una auténtico beauty-freak siente que lleva con ella toda la vida. Comenzamos a comprarla en Nueva York, su lugar de origen. Cuando salió, la pequeña cosmética de autor era casi un ejercicio de estilo. El packaging no se parecía a nada: tan neutro, tan farmacéutico.
Detrás de Malin+Goetz están Mathew Malin y Andrew Goetz. Ellos querían simplificar la cosmética y sus rituales. Y querían hacerlo para los distintos tipos de piel, pensando en que la mayoría tenemos pieles con sensibilidad. Todo esto son motivos muy objetivos para amar Malin+Goetz y para querer que esté en Laconicum, pero quizás haya uno mayor: nos encantan sus productos: usarlos, tenerlos en el baño y regalarlos.