Plant Apothecary
Todo empezó en Williamsburg, en Brooklyn, en Nueva York, en Estados Unidos. Todo lo empezaron en 2012 Holly McWhorter (norteamericana) y Bjarke Ballisager (danés). Esta pareja, de formación arquitectos y criados en el respeto a la Naturaleza, tenían una idea que hoy parece común, pero que en ese momento sonaba extraño.
Ellos querían lanzar una marca cosmética basada en plantas (ella llevaba tiempo elaborando sus propios productos naturales) que tuviera tres ingredientes:
1) Responsabilidad social y ambiental.
2) Ingredientes saludables.
3) Packaging reciclable (sí, el plástico PET lo es y mucho).
En 2012 no era tan común como hoy la cosmética social. En ese momento, los productos naturales tampoco prestaban atención al diseño del packaging y la tipografía. Ellos, gracias a la estética escandinava que aportó Bjarke, lo hicieron. Como el buen diseño nunca pasa de moda, sus productos parecen de antes de ayer.
Hoy, Plant Apothecary conecta de lleno con la sensibilidad del momento. Sus productos orgánicos para rostro y cuerpo son veganos, están elaborados con ingredientes orgánicos y cuidan todo tipo de pieles; sí, hasta las sensibles.
La marca lleva años colaborando con BKLYN UNLTD, una ONG de Brooklyn que da empleo a adultos con discapacidad física y mental. Ellos participan en labores de producción y distribución. Plant nunca deja de plantar semillas.